miércoles, 12 de marzo de 2008

La suma de todos los males

Luego de años de pobreza e ignorancia.

Luego de siglos de humillación y postergación.

Luego de quejarnos intermitentemente durante siglos de y echar la culpa de nuestros males a los foráneos y a los imperios lejanos.

Los bolivianos pareciera que queremos un mal mayor: la guerra.

Y es que toda esta serie de conductas irresponsables, de indiferencias asesinas, de preocupaciones estériles que se limitan a decir ¡ay! en lugar de colaborar a cerrar las heridas, nos acercan cada vez más al borde de un espiral de violencia como no se ha visto antes en la historia de este país, donde lo único que ha existido han sido simulacros de guerras civiles hace mas de cien años y revoluciones en el 52 que se consumieron a sí mismas.

Hasta el día de hoy, Bolivia no se ha enfrentado a una verdadera fractura de la unidad nacional, mal que bien las distintas sociedades y capas sociales que la conforman han vivido en una coexistencia turbulenta, llena de revueltas, de golpes y de contragolpes, de paz sin prosperidad, de prosperidad sin justicia ni equidad, de odio, de maquinaciones, de engaños, estafas y traiciones.

Seria demasiado largo contar las veces que el pueblo boliviano se ha visto estafado por sus dirigentes, sería infinito contar las veces que los propios bolivianos han sido verdugos de sus compatriotas.

Y es que Bolivia es ilusión, Bolivia es el humo que se eleva del fuego sin que se pueda sostener con las manos, es un rompecabezas sin coyunturas, Bolivia es un pedazo de algo que deja un sabor nada en la boca, Bolivia es un experimento de la ilustración, es un pedazo de tierra reconocible en la verdad prosaica de los mapas pero invisible en los ojos del que la ve, es tierra cortada por tratados escritos sobre muebles de ébano, olorosos a pólvora de guerras absurdas.

Bolivia solo existe en los bolivianos que quieren aferrarse a una idea para no caer en la desesperación, es un regusto a "peor es nada", es una mezcla de mestizos de todos los mestizajes de América, del indígena con el blanco, del blanco con el mestizo, del mestizo con el negro, del negro con el indígena y del indígena con el mestizo en un circulo que no se va a cerrar jamás por que está cerrado con sangre, y pervivirá mientras el humano tenga sus plantas sobre la tierra.

Somos los hijos de dos mundos decadentes que cuando se encontraron su principal preocupación era ahogar a sus semejantes en sangre, españoles a los italianos, los incas a los incas y las tribus orientales todas contra todas en una danza de corazones crudos comidos crudos, de flechas envenenadas y de arcabuces humeantes que algunos románticos no quieren mirar en el espejo del pasado.

Estamos unidos por lazos mucho mas duros que los de la paz y los buenos deseos, estamos unidos por una mutua necesidad los unos de los otros, necesitamos al que está a nuestro lado por que hemos vivido tanto juntos, hemos llorado tanto juntos, hemos intercambiado tantos insultos, tantas miradas despectivas, tantos hijos enamorados, tantas sonrisas, tantas enfermedades, tantas canciones y tantos vicios que ya no podemos separarnos, la marca de cada uno está impresa en la cara del otro, sea en un color de ojos, sea en un apellido, sea en un amor, sea en un odio, sea en una tonada o en equipo de fútbol, los lazos que nos unen son los de la mutua complicidad, y esos son duros entre los duros.

Bolivia es un mercado, Bolivia es un retrato mal hecho, Bolivia es un hijo bastardo, Bolivia es la cuna de las desesperanzas, donde se practica el olvido del pasado para soportar el presente e ignorar el futuro.

Es hora de cambiar.

Es hora de dejar de soportar para comenzar a vivir, a respirar, a amar.

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